EN LA MESA DEL REY
LEER 2 SAMUEL 9
“Y Jonatán hijo de Saúl
tenía un hijo lisiado de los pies. Tenía
cinco años de edad cuando llegó de Jezreel la noticia de la muerte de Saúl y de
Jonatán, y su nodriza le tomó y huyó; y mientras iba huyendo apresuradamente,
se le cayó el niño y quedó cojo. Su nombre era Mefi-boset.” (2 Samuel 4:4)
El rey David había hecho una promesa. Cuando su mejor amigo,
Jonatán, estaba vivo, le prometió cuidar de su descendencia si este moría. No
era una promesa fácil de cumplir a pesar de cualquier amistad porque cualquier
hijo de Jonatán (osea nieto de Saúl) que hubiera podría querer reclamar el
trono e incluso hacer guerra contra David. Pero una vez que David logró
establecerse en el trono, ganar victorias contra otros pueblos y reinar con
justicia… se acordó de su promesa. Y cabal, había un hijo de Jonatán vivo, sólo
que… bueno, era lisiado (y aparte tenía un nombre bien extraño).
Mefi-boset (sí, así se llamaba) quedó paralítico desde los
cinco años porque su nodriza lo dejó caer mientras huían en medio del tumulto
político cuando David iba a reinar en lugar de Saúl. Entonces David, aparte de
querer evitar un descendiente de Saúl, no le convenía tener un lisiado en su
casa. Ahora, no tiene nada de malo ser lisiado; pero en esos tiempos podrían
ver mal a David la gente de su reino o de otros pueblos por tener a un lisiado
en su corte. De todas formas, David cumplió su promesa y mandó a llamar a
Mefi-boset.
Cuando él llegó ante David se postró temerosamente. Era
paralítico y se postró en tierra así que no era algo fácil de hacer, pero tenía
miedo de presentarse ante el rey porque ¡era prácticamente un enemigo del rey!
Tal vez esperaba un castigo o la muerte. Pero David responde diferente:
“Te
devolveré todas las tierras de tu padre Saúl, y tú comeras siempre a mi mesa”. (2 Samuel 9:7)
¿Qué pasó aquí? En la mesa del rey sólo tenían derecho a
comer los hijos del rey y los dignatarios, gente de honor; no un lisiado, mucho
menos un descendiente de Saul. Entonces David reitera:
“Mefi-boset, dijo el rey, comerá a mi mesa, como uno de los hijos del rey” (2 Samuel 9:11)
David hizo tres cosas por Mefi-boset:
- Cumplió su promesa y lo trajo
- Lo tomó como uno de sus propios hijos
- Lo sentó a su mesa
Y en la mesa del rey… sus piernas estaban cubiertas. Su
familia, ahora era el rey y su defecto, no se podía ver porque ¡estaba en la
mesa del rey!
Dios hace exactamente lo mismo por nosotros. Envió a Jesús
cumpliendo su promesa. A pesar de que heredamos y cometemos pecado y no somos
dignos, Él nos hizo sus hijos. Y sobre todo, ahora nos llama a su mesa para
comer de su pan. Porque en la mesa de Gran Rey, nuestro pecado queda oculto para
siempre y podemos comer y reírnos con Él porque Él nos llamó.
Él te está llamando a su mesa, no vengas con miedo ante Él, porque
ya cumplió la promesa de rescatarte y más bien quiere que todos vean que eres
su hijo, su hija en la mesa del rey.
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