La Difícil Tarea de Esperar
Hoy
me tocó llamar a servicio al cliente de mi compañía telefónica para solucionar
un problema con mi celular. Hice una primera llamada, espere alrededor de 7
minutos y nadie contestó. Intente otra vez, esta vez con mayor éxito. La
llamada duró como 10 minutos y lo que más escuché durante este tiempo fue “Señorita
en este momento estoy averiguando su consulta, regáleme un minuto de su tiempo
por favor”. Tuve que hacer una oración en silencio pidiéndole al Señor que me
ayudara a esperar.
Puede
que la historia no parezca como algo desesperante, pero para mí ese ratito (ese
minuto que la operadora me pidió que le regalara que luego se convirtieron en
10) lo fue. Muchísimas veces me he encontrado con la difícil tarea de esperar,
tener paciencia en situaciones en las que no tengo el control es un reto
inmenso para mí. He permitido que la frustración y la impaciencia me impidan
lograr mis objetivos en más de una ocasión. No dudo que también esta
impaciencia me ha cerrado las puertas y robado de oportunidades de servir a
otros.
A
lo largo de mi vida ha sido bastante obvio que el tiempo de Dios rara vez
coincide con mis expectativas. Al reflexionar sobre la fidelidad de Dios y su sabiduría
perfecta, logro recordar que puedo darle mi impaciencia, mis preocupaciones,
incluso mis fracasos al Señor. Tenemos la promesa del profeta Isaías: "Pero el Señor los espera,
para tener compasión de ustedes; él está ansioso por mostrarles su amor, porque
el Señor es un Dios de justicia. ¡Dichosos todos los que esperan en él!"(30:18).
En mi diario vivir también he descubierto que cuanto más espero y dependo del
Señor, más fácil es responder en situaciones difíciles con paciencia y amor.
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