Un
llamado, Dos excusas, Una promesa
4La palabra del Señor vino a mí:
5 «Antes de formarte en el vientre,
ya te había elegido;
antes de que nacieras,
ya te había apartado;
te había nombrado profeta para las naciones.»
ya te había elegido;
antes de que nacieras,
ya te había apartado;
te había nombrado profeta para las naciones.»
6 Yo le respondí:
«¡Ah, Señor mi Dios! ¡Soy muy joven, y no sé
hablar!»
7 Pero el Señor me dijo:
«No
digas: “Soy muy joven”, porque vas a ir adondequiera que yo te envíe, y vas a
decir todo lo que yo te ordene. 8 No le temas a nadie, que yo estoy
contigo para librarte.» Lo
afirma el Señor.
Jeremías 1:4-8 (NVI)
Estos cinco versos narran el llamamiento de Jeremías
para convertirse en profeta. De este pasaje quiero rescatar tres frases: las
primeras dos ejemplifican excusas comunes cuando Dios nos llama a hacer algo, y
la última, la respuesta universal de Dios ante nuestras dudas y miedos.
· “Soy
muy joven”. La
excusa número uno de Jeremías fue su edad. Y no lo juzgo. Recuerdo que en mi
primer empleo todos mis compañeros de trabajo eran mucho mayores que yo y yo hacía
hasta lo imposible por ocultar mi edad por miedo a que me miraran de menos por
ser tan joven. Pero a Dios le encanta trabajar con jóvenes y a lo largo de la
Biblia lo vemos escogiendo a jóvenes para realizar tareas importantes. Toma,
por ejemplo, a David, de quien la Biblia dice que era un joven cuando fue
ungido como rey, o Timoteo, quien era un joven evangelista y a quien Pablo
incita a “que nadie te menosprecie por ser
joven. Al contrario, que los creyentes vean en ti un ejemplo a seguir en la
manera de hablar, en la conducta, y en amor, fe y pureza.” (1 Timoteo
4:12)
·
“No
sé hablar”. La
segunda excusa de Jeremías fue su incapacidad para hacer lo que se le estaba
encomendando. 1 Corintios 12:9 nos deja en claro por qué Dios deliberadamente
decide usarnos con todo y nuestras incapacidades: “Te basta con mi gracia, pues
mi poder se perfecciona en la debilidad”. Tu debilidad representa una
oportunidad de ver el poder de Dios sin que quede duda de que fue Él y no tus
capacidades o habilidades. Cuando Moisés fue llamado a liberar al pueblo de
Israel le presentó a Dios esta misma excusa y mira lo que el Señor le contestó:
¿Y quién le puso la boca al hombre?
—le respondió el Señor—. ¿Acaso no soy yo, el Señor, quien lo hace
sordo o mudo, quien le da la vista o se la quita? Anda, ponte en marcha, que
yo te ayudaré a hablar y te diré lo que debas decir. Éxodo 3:11
·
“Yo estoy contigo”. Si te fijas en la Biblia Dios no
encomienda una tarea sin antes asegurar la promesa de Su presencia. A Jeremías
se lo afirma dos veces: “yo estoy contigo para librarte” (Jer. 1:7), y más
adelante en el versículo 19: “Pelearán contra ti, pero no te podrán vencer, porque
yo estoy contigo para librarte, afirma el Señor”. A Moisés el Señor le prometió “Yo estaré contigo” (Ex. 3:12), y a Josué, quien tuvo
la difícil tarea de ser el sucesor de Moisés, el Señor también le prometió:
Durante
todos los días de tu vida, nadie será capaz de enfrentarse a ti. Así como
estuve con Moisés, también estaré contigo; no te dejaré ni te abandonaré. Josué
1:5
Ya
te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes!
Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas. Josué
1:9
¿Te está llamando el Señor a emprender una
tarea difícil? ¿Cuáles son tus excusas o tus miedos? Decide dejar a Dios
mostrar Su gloria a través de tus debilidades y agárrate de Su promesa de estar
contigo siempre.