domingo, 26 de agosto de 2012

Reflexión Domingo 26 de Agosto 2012


Desconocidos que Cambian la Historia

No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Isaías 43:1(b)

Ayer escuchamos a Dorian leer una lista de nombres raros que al principio nos hicieron reír mucho. Las risas se esfumaron cuando explicó que eran nombres de mártires que habían muerto quemados o devorados por leones por defender y promulgar el nombre de Jesús.

En la Biblia también encontramos listas de nombres un poco raros de los cuales no sabemos nada al respecto. El apóstol Pablo solía mencionar nombres de personas al final de sus cartas de los que no se ofrece mayor explicación. Como ejemplo Colosenses 4:15: Saludad a los hermanos que están en Laodicea, y a Ninfas y a la iglesia que está en su casa. ¡Ni idea de quién era Ninfas! Me intriga que estos nombres que solo se mencionan una sola vez en la Biblia son tan…desconocidos y al mismo tiempo seguramente importantes. Muy parecido a nosotros. Lo más seguro es que muchos de nosotros no lleguemos a ser lo suficientemente famosos como para que nuestros nombres sean recordados por los siglos de los siglos. Pero encuentro consuelo al pensar en dos realidades: 

1. Dios nos conoce por nombre. A lo largo de las escritura queda claro que Dios le da mucha importancia a los nombres. Por ejemplo, cuando Dios se le presentó a Moisés en la zarza ardiente no le dijo “¡Hey tu, el de la vara!”, sino que lo llamó directamente por su nombre ¡Moisés! ¡Moisés! Y Moisés contestó: "Heme aquí" (Éxodo 3:4). Y Jesús, al ver al chaparrito en el árbol, lo llamó por su nombre: …mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa (Lucas 19:5).  El no usa números de identidad-te puse nombre, mío eres tu dice el Señor!
2. No necesitamos que nuestros nombres sean conocidos para poder hacer una diferencia en el mundo. Vivir nuestras vidas en obediencia a lo que dice nuestro Padre tiene el potencial de cambiar nuestro alrededor, sin importar donde vivamos.

Como aquel niño de los panes y los pescados- Su nombre es desconocido y no tenía mucho que ofrecer. Pero en las manos de Jesús quienes somos y lo que tenemos puede impactar toda una multitud. 

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