UN BUEN
DESAYUNO
!Oh, cuánto amo yo tu ley!
Todo el día es ella mi meditación.
Todo el día es ella mi meditación.
Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos,
Porque siempre están conmigo.
Porque siempre están conmigo.
Más que todos mis enseñadores he entendido,
Porque tus testimonios son mi meditación.
Porque tus testimonios son mi meditación.
Más que los viejos he entendido,
Porque he guardado tus mandamientos;
Porque he guardado tus mandamientos;
De todo mal camino contuve mis pies,
Para guardar tu palabra.
Para guardar tu palabra.
No me aparté de tus juicios,
Porque tú me enseñaste.
Porque tú me enseñaste.
!!Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!
Más que la miel a mi boca.
Más que la miel a mi boca.
De tus mandamientos he adquirido inteligencia;
Por tanto, he aborrecido todo camino de mentira. (Salmo 119:97-104)
Por tanto, he aborrecido todo camino de mentira. (Salmo 119:97-104)
Ayer estaba en mi cuarto temprano en la
mañana cuando de repente sentí un dolor punzante en el estómago. Era esa
sensación familiar de hambre así que fui al comedor y agarre el sándwich de
huevo y queso que me habían preparado. Tan pronto mordí y tragué el primer
bocado se me fue el dolor y sentí un alivio; ya pude seguir con lo que estaba
haciendo. Pero me quedé reflexionando en el hecho que siempre que necesitamos
comida nos da hambre, pero cada quien escoge lo que va a comer. Gracias a Dios
alguien me había preparado un sándwich porque del hambre hubiera agarrado lo
que encontrara.
Lo mismo pasa cuando nos da hambre espiritual.
Tenemos una necesidad de la Palabra de
Dios, de aliento, de crecimiento pero ¿qué tan seguido nos alimentamos de la
comida correcta? En mi caso, un día típico es levantarme, llevar a mis hermanas
a clases y cuando regreso a casa desayuno con el periódico al lado o con el
televisor encendido. Estas son dos fuentes de información muy entretenidas, en
ocasiones útiles, pero también tienen fuerte contenido de violencia,
sensualidad, chismes o pleitos y cosas que no me edifican. Eso es lo que entra
por los ojos y Jesús dijo que la lámpara del cuerpo es el ojo. Así como
necesito la comida en mi cuerpo, necesito el alimento en mi espíritu, y el
único alimento que sustenta y da vida es la Palabra.
La pregunta es, ¿qué le estás dando de
comer a tu espíritu y a tu alma? Cualquier cosa que le metamos nos dará la
sensación de llenura, pero sólo la Palabra nos dará la satisfacción de un buen
alimento, sólido y nutritivo. Necesitamos ese alimento cada mañana, está bien
si lees la Biblia en las noches, pero un corto pasaje para meditar es una
excelente forma de empezar el día. Y lo mejor es que la Biblia no necesita
recetas ni cocineros, ya está disponible para que la disfrutemos.