EL ESPEJO
LEER SANTIAGO 1 Y 2
Por esto, mis amados hermanos, todo hombre
sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse;20 porque
la ira del hombre no obra la justicia de Dios.21 Por
lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con
mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas.22 Pero
sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros
mismos.23 Porque si alguno es oidor de la palabra
pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo
su rostro natural.24 Porque él se considera a sí
mismo, y se va, y luego olvida cómo era.25 Mas el
que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en
ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será
bienaventurado en lo que hace. Santiago 1:19-25
Santiago es
uno de mis libros favoritos de la Biblia. Es muy corto y extremadamente
práctico en cuanto a como tenemos que actuar. Entre las cosas que habla trata
sobre refrenar nuestra lengua y lo que decimos, sobre atender a las viudas y
tener una verdadera religión, sobre como se origina la tentación, etc. Pero el
tema que más me impacta en este corto libro es acerca de la fe. Porque la fe es
algo que oímos hablar en el día a día y tenemos fe. La razón por la que estás
leyendo esta reflexión es porque tienes fe en Dios y ya que tomaste una
decisión, o tuviste un deseo de repente pero estás aquí porque crees.
Entonces
viene la misma Palabra de Dios en Santiago y nos pone los pies en la tierra que
nuestra fe no se trata sólo de asentir, sino de actuar. Pero el primer paso
para actuar es:
1. Escuchar
Si alguna
vez jugaste “la gallinita ciega” estoy seguro que te encantaba correr y
escabullirte de “la gallinita” pero cuando te atrapaban y te tocaba entonces la
cosa se ponía seria. No mirabas, no tenías opción y lo único que podías hacer
era guiarte por tu sentido de la audición, tenías que estar atento a cualquier
ruido para correr a atrapar esa persona. La Palabra de Dios nos da muchísimas
instrucciones, es más literalmente puede salvar nuestras almas, pero tenemos
que escucharla en medio de tanto ruido para poder saber qué camino tomar. El
segundo aspecto que nos muestra Santiago es:
2. Ver
Pone el
ejemplo de un espejo. Una estadística dice que una mujer promedio pasa
alrededor de 120 horas (5 días) al año viéndose al espejo. Estoy seguro que el
hombre promedio no ha de andar tan lejos. La razón de estar tanto tiempo frente
al espejo es para poder ver exactamente como se mira uno y poder verse mejor. La
Biblia es el espejo del corazón, del alma y cada hora que pasas leyéndola,
estudiándola es una hora que estas frente a ese espejo viendo si te ves bien o
si realmente hay algo que cambiar. Y a eso nos lleva el escuchar y ver:
3. Hacer
Esa famosa
frase “tuve la intención de…” prueba ser útil muchas veces para excusarnos,
pero la verdad es que las intenciones sólo valen si terminan en acciones. El
diablo conoce la Biblia, es más, la usó para tentar a Jesús sacándola de
contexto. Y nosotros como cristianos nos alegramos por aprendernos unos
versículos y leer la Biblia y qué bueno porque lo necesitamos, pero al fin de
cuentas Dios nos dio su Palabra para que la obedeciéramos.
Seamos
hacedores y no tan solamente oidores de la Palabra.
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