Se que siempre como cristianos jóvenes vivimos escuchando de
nuestros padres, pastores, lideres, etc. Que es nuestro deber leer la Biblia,
que tenemos que hacerlo todos los días, para conocer a nuestro Dios, tener una
comunión con El, para amarlo mas. Se, porque a mi me ha pasado, que es cansado
estar escuchando esto todos los días, y que te lo estén repitiendo aun cuando a
veces uno dice: “Ayy, pero si es tan aburrida o no tengo ganas de leerla hoy
mejor otro día…” o un sin fin de quejas y excusas que ponemos para no leerla.
Pero leí un libro acerca de cómo estudiar la Palabra que hace una ilustración
hermosa acerca de la Biblia, que en esos momentos en los que no tengo muchas
ganas de leerla, me hace querer hacerlo, la describe de una manera tan interesante
y majestuosa que vale la pena compartir con ustedes tal ilustración.
La Biblia es como un palacio magnifico, construido de una
piedra oriental preciosa, que se divide en 66 cámaras majestuosas. Cada una de
esas cámaras es diferente de sus compañeras y perfecta en su belleza
individual; sin embargo, cuando se ve como un todo, forman un edificio:
incomparable, esplendido, glorioso y sublime.
En el libro de Génesis entramos en un vestíbulo, el cual nos
introduce de inmediato en los registros de las obras poderosas de Dios en la
creación. Ese vestíbulo da acceso al Palacio de justicia, el corredor que
conduce a la galería de retratos de los libros históricos. Allí encontramos
colgadas en las paredes las escenas de las batallas, las obras heroicas y los
retratos de hombres valientes de Dios. Después de la galería de retratos
encontramos la cámara del filosofo (el libro de Job), que al atravesarla nos
lleva al cuarto de música (el libro de los Salmos). Allí nos quedamos un rato,
emocionados con las grandiosas armonías que jamás escucharon oídos humanos. Y
luego llegamos a la oficina (el libro de Proverbios), en el centro mismo de la
cual aparece el lema: “La justicia engrandece a la nación; mas el pecado es
afrenta de las naciones”(14:34).
Al salir de la oficina pasamos al departamento de
investigaciones: Eclesiastés. Desde allí proseguimos al conservatorio (el
Cantar de los cantares), donde nos reciben el aroma fragante de los mejores
frutos, las mejores flores y el mas dulce canto de los pájaros. Luego llegamos
al observatorio, donde los profetas, con sus potentes telescopios, esperan la
Estrella Brillante de la Mañana antes del amanecer del Hijo de Justicia.
Cruzamos el atrio y llegamos a la cámara de audiencias del Rey (los
Evangelios), donde encontramos cuatro retratos naturales del Rey que revelan
las perfecciones de su infinita belleza. Después entramos en la sala de trabajo
del Espiritu Santo (el libro de los Hechos), al cual le sigue el cuarto de
correspondencia (las epístolas), donde vemos a Pablo, Pedro, Santiago, Juan y
Judas ocupados en sus escritorios bajo la dirección personal del Espiritu de
Verdad. Y por ultimo entramos en el salón del trono (el libro de Apocalipsis),
que nos cautiva con el volumen poderoso de la adoración y la alabanza dirigidas
al Rey entronado, que llenan la vasta sala; al mismo tiempo, las galerías y el
juzgado adyacentes describen las solemnes escenas del juicio final y las
maravillosas escenas de la gloria asociadas con la manifestación venidera del
Rey de reyes y Señor de señores.
Que belleza y que gloria de libro, desde la creación hasta
la culminación. Me emociona mucho escuchar esta descripción de la Palabra de
Dios como un museo en el que podemos ir conociendo la personalidad de nuestro Señor
y sus obras maravillosas en cada sala. Despierta mi curiosidad y se que la suya
también, ahora escojan ustedes a que cámara del palacio quieren entrar, que
parte del museo quieren ver, averigüen porque Eclesiastés se le compara como un
departamento de investigaciones o tal vez Hechos porque se le llama la sala de
trabajo del Espiritu Santo. Seamos diligentes en nuestro estudio de la carta de
amor escrita para nosotros.
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