FE INQUEBRANTABLE
LEER ROMANOS 4:13-25
Abraham es el padre de la fe y si vemos su historia detenidamente
vamos a comprender por qué. Pero antes sólo quiero mencionar que el trato de
Dios con los hombres cambió con Abraham. Antes de Abraham, Dios había tenido un
trato personal con Adán, con Enoc, con Noé pero nunca como lo que tuvo con
Abraham. Él fue llamado amigo de Dios y la promesa que Dios le hizo iba a durar
por todas las generaciones futuras y hasta mencionó la venida de Cristo cuando
dijo que en la simiente de Abraham serían benditas todas las naciones de la
tierra. ¿Qué hizo tan especial a Abraham? Fue su fe.
El creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de
muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia.19 Y
no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto
(siendo de casi cien años , o la esterilidad de la matriz de Sara.20 Tampoco
dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe,
dando gloria a Dios. (Romanos 4:18-20)
Abraham consideró su situación: su cuerpo casi
muerto, Sara estéril y también muy anciana para tener hijos. Esa palabra
considerar no es que sólo lo vio de pasada si no que tomó muy en cuenta su
incapacidad de ver la promesa cumplida, pero a pesar de eso, le creyó a Dios.
Se fortaleció en fe. Todo a su alrededor le decía que no había razón para
creer, pero creyó de todas maneras.
Sin importar cuál sea la situación que nos
rodee, puede ser una circunstancia negativa, triste o que no presagia nada
bueno. Pero es en esas situaciones donde Dios quiere que creamos que Él es más
poderoso, más grande y que permanece fiel a sus promesas. Si creemos, vamos a
tener una fe probada en fuego sin la cual es imposible agradar a Dios. Te
recuerdo algunas de sus promesas:
pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán
alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se
fatigarán. (Isaías 40:31)
No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu
Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra
de mi justicia. (Isaías 41:10)
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo
Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. (Romanos
8:1)
Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a
bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. (Romanos
8:28)
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