viernes, 28 de septiembre de 2012

Reflexión viernes 28 de septiembre


FE INQUEBRANTABLE

LEER ROMANOS 4:13-25

Abraham es el padre de la fe y si vemos su historia detenidamente vamos a comprender por qué. Pero antes sólo quiero mencionar que el trato de Dios con los hombres cambió con Abraham. Antes de Abraham, Dios había tenido un trato personal con Adán, con Enoc, con Noé pero nunca como lo que tuvo con Abraham. Él fue llamado amigo de Dios y la promesa que Dios le hizo iba a durar por todas las generaciones futuras y hasta mencionó la venida de Cristo cuando dijo que en la simiente de Abraham serían benditas todas las naciones de la tierra. ¿Qué hizo tan especial a Abraham? Fue su fe.

El creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia.19 Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años , o la esterilidad de la matriz de Sara.20 Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios. (Romanos 4:18-20)

Abraham consideró su situación: su cuerpo casi muerto, Sara estéril y también muy anciana para tener hijos. Esa palabra considerar no es que sólo lo vio de pasada si no que tomó muy en cuenta su incapacidad de ver la promesa cumplida, pero a pesar de eso, le creyó a Dios. Se fortaleció en fe. Todo a su alrededor le decía que no había razón para creer, pero creyó de todas maneras.

Sin importar cuál sea la situación que nos rodee, puede ser una circunstancia negativa, triste o que no presagia nada bueno. Pero es en esas situaciones donde Dios quiere que creamos que Él es más poderoso, más grande y que permanece fiel a sus promesas. Si creemos, vamos a tener una fe probada en fuego sin la cual es imposible agradar a Dios. Te recuerdo algunas de sus promesas:

pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán. (Isaías 40:31)

No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. (Isaías 41:10)

Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. (Romanos 8:1)

Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. (Romanos 8:28)

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