Deuteronomio
8:11-19
“8:11
Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus
decretos y sus estatutos que yo te ordeno hoy;
8:12 no suceda que comas y
te sacies, y edifiques buenas casas en que habites,
8:13 y tus vacas y
tus ovejas se aumenten, y la plata y el oro se te multipliquen, y todo lo que
tuvieres se aumente;
8:14 y se enorgullezca tu corazón, y te olvides de
Jehová tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de
servidumbre;
8:15 que te hizo caminar por un desierto grande y espantoso,
lleno de serpientes ardientes, y de escorpiones, y de sed, donde no había agua,
y él te sacó agua de la roca del pedernal;
8:16 que te sustentó con maná
en el desierto, comida que tus padres no habían conocido, afligiéndote y probándote,
para a la postre hacerte bien;
8:17 y digas en tu corazón: Mi poder y la
fuerza de mi mano me han traído esta riqueza.
8:18 Sino acuérdate de
Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de
confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día.
8:19 Mas si
llegares a olvidarte de Jehová tu Dios y anduvieres en pos de dioses ajenos, y
les sirvieres y a ellos te inclinares, yo lo afirmo hoy contra vosotros, que de
cierto pereceréis.”
Me encanta como Dios nos habla tan claramente. ¿Cuántas
veces nos hemos olvidado de nuestro Dios? Creo que puedo responder por todos
nosotros y decir que han sido muchas. Nos olvidamos de Dios y nos olvidamos de
las cosas maravillosas y los milagros que el hace en nuestras vidas. En este
pasaje encuentro dos razones por las que nos cuesta recordar la presencia de
Dios en nuestras vidas.
Primero, nos olvidamos de nuestro Señor en medio
de pruebas angustiosas, bueno mejor dicho, nos olvidamos de los milagros que el
ya hizo en nuestro pasado. Vemos la gran prueba que tenemos delante de nosotros
y dudamos que podamos salir de ella, nos olvidamos que hace una semana Dios nos
saco victoriosos de alguna situación similar o muchas veces mucho peor que la
que estamos enfrentando en este momento. Recuerdo, ahora, infinidad de
situaciones en las que parecía imposible salir de ellas, pero allí estuvo Dios
y de una manera sobrenatural me dio la victoria. Pero viene otro problema
difícil y simplemente no recuerdo la obra que el ya hizo antes, y comienzo a
cuestionarlo y a dudar de su infinito poder. Así como el pueblo de Israel, veía
milagro tras milagro, maravilla tras maravilla, pero aun así cuando se
enfrentaban a otro problema volvían a maldecir a Dios, a dudar de El, y se
olvidaban de donde los saco y cuanto hizo El por ellos. Por eso Dios les habla
y nos habla a nosotros hoy, “No olvides
de Jehová tu Dios, que te sacó de
tierra de Egipto, de casa de servidumbre, que te hizo caminar por un desierto
grande y espantoso, lleno de serpientes ardientes, y de escorpiones, y de sed,
donde no había agua, y él te sacó agua de la roca del pedernal; que te sustentó
con maná en el desierto, comida que tus padres no habían conocido…”
Recordemos lo que Dios hace cada día por
nosotros, y se nos hará mucho mas fácil enfrentar las situaciones de angustia,
porque sabemos que mayor es El que esta con nosotros que el que esta en el
mundo.
En segundo lugar nos olvidamos de Dios cuando ya
sentimos tenerlo todo, ya tenemos nuestras necesidades, y aun lujos, saciados.
Cuando ya nos sentimos satisfechos por lo que tenemos, sea material o
espiritual. Es en esos momentos cuando mas cuesta acordarse de Dios, cuesta también
comportarse como verdaderos hijos de Dios y como dice el pasaje nuestro corazón
se enorgullece, y creemos que con nuestro propio esfuerzo o el de nuestros
papas es que lo tenemos todo, somos necios y no sabemos que Dios es que da las
fuerzas y la provisión para saciar nuestras necesidades. Nos olvidamos de orar,
porque creemos que ya no tenemos que pedir nada, porque solo buscamos a Dios
cuando lo necesitamos, como buscamos la playa en el verano o el suéter olvidado
en el invierno. Y esto fue lo que paso con el pueblo de Israel mas adelante, se
olvidaron de ese Dios poderoso que los saco de tierra de servidumbre y se
volvieron a dioses ajenos e ídolos y perecieron, fueron esparcidos y volvieron
a ser esclavos. No nos olvidemos de nuestro Dios, cuando estemos en tiempos de
abundancia, recordemos de donde nos ha sacado, siempre nuestro espíritu clama
por estar cerca de El, y al final del día podremos tenerlo todo, familia,
amigos, hogar pero si nos olvidamos de Dios y nos alejamos de El no tenemos
nada, fue El quien nos dio todo eso, recordémoslo siempre y démosle gloria y
honra porque El es el único que se lo merece.
“8:11
Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus
decretos y sus estatutos que yo te ordeno hoy…”
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