Lectura: 2
Timoteo 1:6-12
Uno de las
cosas que me toca hacer en mi trabajo es hablar con personas diferentes (y desconocidas) todos los días. Debo confesar
que me da un poco de miedo, miedo a ser
rechazado, ignorado y hasta insultado. La
verdad no me gusta hacerlo, pagaría por que otro lo hiciera. Pero la palabra de
Dios me dice que no se me ha dado un espíritu de cobardía, por lo cual haciendo
a un lado los temores lo hago. Al final del día me queda la satisfacción de que
no me quedé callado, ni quedé con ningún miedo.
La valentía
puede ser un buen tema teórico, sin embargo, necesita llevarse a la práctica.
Justamente esto es lo que el apóstol Pablo
nos recalca en su carta a Timoteo, que nuestra labor es llevar el mensaje de
salvación a todo aquel que no le conoce, y para esto se requiere valentía.
¿Cuántas personas
no conocemos que tienen necesidades, que necesitan amor, que les urgen del Salvador?
Muchas veces por comodidad o miedo no nos acercamos a ellos, ¿Te está llamando
Dios a un ministerio? ¿Te está llamando a hablar con esa persona que puso en tu
corazón? No tengas miedo, Dios nos ha dado un espíritu de poder, amor y dominio
propio o buen juicio, no te avergüences de expresar el amor de Dios a los
demás, ni de hablar a los demás, ¿Miedo a que te rechacen? Lo harán, ¿Miedo a
que te tilden de loco? También, pero ante todo, habrá alguien que será llenado
del amor de Dios y eso es lo que cuenta. Al final del día te quedará la
satisfacción de no haberte quedado callado.
Dios puede
estarte llamando a un ministerio, sal de tu comodidad y deja que el amor, favor
y la gracia de Dios se manifiesten en tu vida, de esa manera la palabra valentía,
será teoría y práctica en tu vida.
Se
Valiente, Dios está contigo…
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