Parecido
de Familia
De
cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las
hará también…
Juan
14:12
Hace poco fui a conocer
al hijo de uno de mis primos. Victor Manuel tiene ya dos añitos. Por alguna
razón yo todavía no lo conocía y estaba muy ansiosa por verlo. Cuando lo vi me
sorprendí del increíble parecido del niño con su papá… indudablemente es su
hijo. Mi tío (su abuelo) sacó una fotografía que tenía en la cartera de cuando
mi primo estaba más o menos de la edad de Victor. Le dio la fotografía al niño
y le preguntó: ¿quién es este niño? Sin dudarlo dos veces él contesto: ¡yo!
A veces es muy fácil ver
el parecido de un niño con uno de sus padres. Pero ¿qué de nosotros los
cristianos? ¿A quién ve la gente cuando nos miran? ¿Con quién nos encuentran parecido?
Nadie ha visto el rostro de Dios y Dios no tiene un cuerpo físico como el
nuestro, así que no podemos compararnos físicamente con nuestro Padre. Pero
nuestras vidas sí pueden mostrar a otros como es Dios. Puede que nuestro
parecido con Dios no sea evidente en el color de ojos o cabello, pero nuestras
palabras y acciones revelan a otros quien es nuestro Padre y la familia a la
cual pertenecemos.
Si te haces llamar hijo de Dios, cuida que tu vida refleje
el parecido… que los demás también puedan decir: ¡indudablemente este es Su
hijo (a)!
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