domingo, 3 de junio de 2012

Reflexión Domingo 3 de Junio 2012


Parecido de Familia

De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también…

Juan 14:12

Hace poco fui a conocer al hijo de uno de mis primos. Victor Manuel tiene ya dos añitos. Por alguna razón yo todavía no lo conocía y estaba muy ansiosa por verlo. Cuando lo vi me sorprendí del increíble parecido del niño con su papá… indudablemente es su hijo. Mi tío (su abuelo) sacó una fotografía que tenía en la cartera de cuando mi primo estaba más o menos de la edad de Victor. Le dio la fotografía al niño y le preguntó: ¿quién es este niño? Sin dudarlo dos veces él contesto: ¡yo!

A veces es muy fácil ver el parecido de un niño con uno de sus padres. Pero ¿qué de nosotros los cristianos? ¿A quién ve la gente cuando nos miran? ¿Con quién nos encuentran parecido? Nadie ha visto el rostro de Dios y Dios no tiene un cuerpo físico como el nuestro, así que no podemos compararnos físicamente con nuestro Padre. Pero nuestras vidas sí pueden mostrar a otros como es Dios. Puede que nuestro parecido con Dios no sea evidente en el color de ojos o cabello, pero nuestras palabras y acciones revelan a otros quien es nuestro Padre y la familia a la cual pertenecemos. 
Si te haces llamar hijo de Dios, cuida que tu vida refleje el parecido… que los demás también puedan decir: ¡indudablemente este es Su hijo (a)!

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