A PESAR DE MÍ…
LEER 1 CRÓNICAS 17
16 Entonces entró el rey David
y estuvo delante de Jehová, y dijo: «Jehová Dios, ¿quién soy yo, y qué es mi
casa, para que me hayas traído hasta este lugar? 17 Y aun esto, Dios, te ha parecido poco,
pues has hablado del porvenir de la casa de tu siervo, y me has mirado como a
un hombre excelente, Jehová Dios. 18 ¿Qué más puede decir David del honor
que has dado a tu siervo, si tú conoces a tu siervo? 1 crónicas 17:16-18
“Nadie me conoce así. Los que me rodean miran mi
mejor cara pero no me conocen en mi hora más oscura, lo que pienso, lo que
digo, lo que hago… Sólo Dios. Me avergüenzo de mí mismo y no merezco todo lo
que he recibido. Dios conoce mi corazón.” Me imagino a David sintiéndose y
pensado esas cosas cuando Dios le dijo que lo engrandecería y edificaría su
casa. Incluso le dijo que uno de sus hijos (Salomón) continuaría su legado. Al
menos eso pienso al leer la frase “si tú conoces a tu siervo” (1 crónicas
17:18). Pero cuantas veces nosotros nos hemos sentido exactamente así. “Sólo
Dios conoce mi corazón. No soy digno. No lo merezco. Tarde o temprano voy a
dejar de actuar y todos verán como soy en realidad”. Nos sentimos excluidos de
la presencia de Dios, aun siendo sus hijos. Es tan difícil porque tal vez le hemos
fallado a Dios o estamos recordando nuestro pasado y llegamos sentirnos condenados. Cómo podría
seguir amándonos. Pero Él tiene palabras para nosotros. Para todos los
pecadores, para todos los que están avergonzados.
Dios no envió a su Hijo al
mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. (Juan
3:17)
No vino a condenar a los pecadores. No vino a
avergonzar a los débiles. Vino a curar a los enfermos. Él vino a salvarnos a
nosotros. En este tiempo de navidad celebramos eso. El video de la reflexión de
ayer terminaba con la frase “el milagro de la navidad es: Dios se apareció
aquí”. A pesar de que Él conoce nuestro lado más oscuro, las veces que le
fallamos; aun así, nos ama. Incondicionalmente:
En esto consiste el amor: no
en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió
a su Hijo en propiciación por nuestros pecados (1 Juan 4:10)
Y como nos amó entonces no nos guarda rencor, todo lo sufre, todo lo espera, todo lo soporta y
nunca deja de amarnos y ni la muerte
ni la vida, ni ángeles ni principados ni potestades, ni lo presente ni lo por
venir, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar
del amor de Dios, que es en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Pero tenemos que creerle cuando dice que nos ama,
porque hay muchas voces internas y externas que dirán que no somos dingos y la
verdad, no lo somos, pero aun así, Él nos ama. ¿Le crees a Él?
Ayer en el Centro Pedagógico El Carmen (centro
correccional para menores), 9 muchachos con antecedentes de maras le creyeron,
a pesar de sus pasados. Aquí está el momento cuando estaban adorando. Aprovecha
la oportunidad para unirte y dile a Jesús “Ven a este lugar y llena hoy mi vida
de ti”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario