Lectura
Isaías 9
Los tiempos
eran terribles, no era momento para aferrarse a promesas antiguas, la cruda
realidad no lo permitiría. Los olvidados hijos de Abraham en este punto ya
habían sufrido lo suficiente como para creer que ellos eran una generación
bendita, que por medio de ellos el mundo entero sería bendito. Como no, en
otros tiempos quizás pero no en estos.
La corona,
en vez de ser un legítimo heredero de David, ahora era ocupada por un tirano
extranjero llamado Herodes, que a su vez
respondía a las demandas del emperador supremo romano. La tierra que se les
había prometido a hora servía para pagar los impuestos romanos. Luego de haber
sufrido penumbras en el exilio en Babilonia, la débil comunidad restante a
duras penas encontró fuerzas para reconstruir los muros y el templo que les
recordaba de mejores tiempos ya pasados. Sus profetas ya tiempos dejaron de pronunciar la
palabra de Dios. Definitivamente esta era la hora más oscura para Israel, y quizás
para el mundo entero. La esperanza había desaparecido por completo.
Aun así, en
los primeros libros del Nuevo Testamento encontramos el testimonio de unos pocos
valientes que no por ser difícil la situación dejaron de creer. A José y María (Mateo 1 y Lucas 1-2) se les reveló que esa promesa sería cumplida por ellos, pero tuvieron que
haberla oído antes para saber era cierto. Lo mismo sucedió a Ana y Simón (también en Lucas 2) cuando
vieron a Jesus en el templo cuando iba a ser presentado por sus padres – ellos nunca
dejaron de confiar que Dios les cumpliría sus promesas. De igual modo Elizabeth
y Zacarías (Lucas 1), aunque este último dudo al principio, verían en sus vidas un
milagro similar al de sus ancestros Abraham y Sarah. La esperanza comenzó a brillar nuevamente.
Así en lo
más oscuro de la noche, un amanecer de buenas noticias que serán para todo el
pueblo iluminó el cielo de Belén. No habrá para siempre oscuridad para el que
está ahora en angustia. Dios, que es especialista en cumplir promesas, espero
al tiempo justo para entrar en escena y darnos vida, luz y salvación. Un niño
nos es nacido un hijo nos es dado.
Les comparto un video que vi ayer que resume de forma muy creativa lo que significa la Navidad (sorry que es en inglés)
La adversidad tiene la capacidad de amargarnos. José pudo haberse lamentado por que sus antepasados malgastaron la fortuna que David y Salomón les habían dejado. Zacarías pudo haberse quejado porque apesar de su fidelidad en el servicio a Dios, no se le daba un hijo. María perfectamente pudo haber pedido que si iba a ser la Madre de Jesús, que al menos le dieran espacio en el Royal Hilton de Belén. Pero no fue el caso. Para ellos las adversidades sirvieron para que creciera su fé en el dador de promesas. En tu caso, que adversidades tienes? Te endurecerán o afirmarán tu fe.
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