jueves, 15 de diciembre de 2011

Reflexión Diciembre 15 - En Navidad: La Dinastía Perdida



Isaías 42:3 No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare; por medio de la verdad traerá justicia.

David recibió una grata promesa, “tu casa será afirmada y tu reino para siempre” 2 Samuel 7, es decir siempre tendría descendientes que le sucederían al trono, siempre y cuando estos obedeciera a Dios y siguieran los pasos de su padre David en honrar y amar a Dios. De hecho, por ser hijo de Abraham ya era un hijo de la promesa.

Desafortunadamente este no fue el caso. En sus descendientes podemos encontrar casos que hicieron justo lo opuesto, empezando con su primer sucesor, Salomón, quien a pesar de haber recibido mucha sabiduría, le cedió lugar al pecado apartándose de los caminos de su padre. De allí en adelante le siguen una larga lista de hijos no mejores con algunas pocas excepciones.

Incluso en los reyes considerados “buenos” también cometieron graves errores: Ezequías invitó enviados de Babilonia a que conocieran todo el “inventario” de oro en Judá y que años más tarde se llevarían 2 Cr. 32.27-31; Josías, niñito hecho rey a los 8 años y que también fue un buen rey, de hecho el último de los buenos reyes, cometió el error de desobedecer el mandato de Dios de no pelear contra Faraón muriendo en batalla 2 Cr. 35.20-27. Sus hijos y nietos, a pesar del inminente peligro de ser llevados a Cautivos a Babilonia, no se arrepintieron de sus malos caminos, y como consecuencia dejaron al pueblo de Dios sin rey. 2 Reyes 23:31-2 Reyes 25:26.

La dinastía del rey David fue casi desecha. A pesar de tooodo eso, una promesa es una promesa y en el caso de Dios él ha tenido siempre la característica de cumplir su parte, aun cuando nosotros no cumplamos la nuestra.

Es aquí donde vemos al escritor de Reyes alegrarse al escribir como el rey Joaquín es libertado y recibe honores en Babilonia 2Reyes 25:30. Los autores de Crónicas incluyen además el decreto de Ciro el rey de Persia que derrotó a los babilonios, en el que les da libertado al pueblo de Dios a regresar a reconstruir a Jerusalén. 

En medio de esta dinastía casi extinta, Dios permite que naciera el Rey de Reyes. No permitió que se apagara la mecha que ardía débilmente ni terminó de romper la caña quebrada.

Si sientes que no has seguido los pasos de Dios últimamente, cobra ánimo pues en Él encontrarás un Dios que está dispuesto a cumplir su parte y no olvidarse de los grandes planes que tiene para ti si tu le permites a el entrar.

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