LAS COSAS PEQUEÑAS…
LEER DANIEL 1 AL 3
5 Y
les señaló el rey una porción diaria de la comida del rey y del vino que él
bebía; y que los educara durante tres años, para que al fin de ellos se
presentaran delante del rey.
6 Entre ellos estaban Daniel, Ananías, Misael y Azarías,
de los hijos de Judá.
7 A éstos el jefe de los eunucos puso nombres: puso a
Daniel, Beltsasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac; y a Azarías, Abed-nego.
8 Y
Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del
rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que
no se le obligase a contaminarse.
Daniel 1:5-6,8
Todos queremos ser como Sadrac, Mesac y
Abed-nego. ¡Estos eran jóvenes a prueba de fuego! Conocemos su historia:
Nabucodonosor (el rey babilónico de nombre raro) levantó una imagen gigantesca
y se le metió en la cabeza que todos tenían que adorarla o sino iban al horno
de fuego, ya que estos tres judíos sólo adoraban al verdadero Dios entonces se
negaron y los metieron al horno, pero Dios los protegió y salieron caminando de
lo más tranquilos. Todos queremos vivir algo así, un épico despliegue del poder
de Dios en nuestras vidas. Predicar un gran mensaje en un estadio frente a 40
mil personas y que todos reciban a Jesús. Orar por un enfermo terminal que
reciba sanidad. Ver un milagro poderoso en tu familia como la provisión que
tanto necesitan o la solución al problema que tanto les preocupa. Pero Sadrac, Mesac
y Abed-nego no se levantaron una mañana con la valentía para enfrentarse al rey
y su horno de fuego. Su historia comienza con algo mucho más pequeño.
Cuando llegaron cautivos a Babilonia el rey
Nabucodonosor los escogió para prepararlos física, social y mentalmente para
formar parte de su élite. Pero la preparación física incluía comidas y bebidas
que estaban prohibidas por la ley (Génesis a Deuteronomio). Ahora, antes de seguir
con ellos hay que recordar; habían 613 leyes pero de esas las “principales”
eran los diez mandamientos. Entonces yo entiendo que no hayan adorado la imagen
porque quebrantaba el primer mandamiento pero ya fijarse hasta en las leyes
específicas de la comida ya era mucho rollo. O no…
Para ellos no había diferencia entre una ley y
otra, había que obedecerlas, así que liderados por Daniel decidieron no
quebrantar aún esas “cosas pequeñas”. Pero después que ellos tomaron esa
decisión que implicaba un hábito alimenticio difícil, Dios les dio conocimiento
e inteligencia en todas letras y ciencias (Daniel 1:17). Y esa obediencia en lo
pequeño y rutinario y hasta tedioso les preparó para obedecer también en lo
grande y ocasional y hasta peligroso. Porque no es en un culto de adoración que
se conoce a Dios, es en una búsqueda diaria y constante de su presencia. No es en
un campamento o congreso donde recibes la fe para ver los milagros, es en el
hábito de leer, estudiar y aplicar la Palabra. No haces discípulos de Cristo en
una noche evangelística, lo haces con tu buen testimonio constante a tus amigos
de la universidad o colegio. Al final de cuentas son esas cosas pequeñas y
rutinarias las que determinan las victorias en las grandes batallas.
¿Qué cosas pequeñas tienes que empezar o
retomar hoy?
Creo que la preparación de ellos empezó mucho antes de haber llegado a Babilonia. Creo que con lo de la comida comenzó a ponerse a prueba lo que habían aprendido y aferrado mucho antes durante su juventud.
ResponderEliminarComo siempre muy buena reflex!