Romanos 8:38-39
“Por lo cual estoy
seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni potestades, ni lo
presente, ni lo porvenir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa
creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor
nuestro.”
Muchas veces tomamos estos dos versículos solos,
refiriéndonos literalmente a que ninguna de todas estas cosas nos separara del
amor de Dios. Y aunque esto es definitivamente cierto, reflexionando un poco
pienso en que esta es solo una parte o una perspectiva de todo el cuadro que el
apóstol Pablo quería que entendiéramos. Si tomamos estos dos versículos junto
con los versículos que le preceden, es decir, desde el versículo 28, podemos
ver que Pablo nos lleva a entender mucho mas la gran verdad escrita.
Primero el versículo 29 nos dice que Dios, desde antes de la
fundación del mundo, nos conoció, nos predestino, nos llamo, nos justifico y
nos glorifico para cumplir el gran propósito que El nos tiene en esta vida.
Desde mucho antes El tenia planeado las grandes cosas que haremos en su nombre.
Todo lo que pasara y lo que viviremos ya esta escrito y sabemos que la voluntad
de Dios es buena y perfecta, por ello sabemos que lo que viene por delante es
bueno. Ahora, muchas veces pasan situaciones malas y negativas en nuestra vida
y nos desmotivamos, pero volvemos a leer que en el versículo 28 dice que todas
las cosas ayudan para bien a los que aman a Dios; el Espíritu Santo nos da a
través de Pablo las respuestas que necesitamos. Con todo esto entendido,
agarremos de nuevo los últimos dos versículos; nada nos separar de su amor.
Ahora bien, el amor de Dios consta de muchas cosas y en eso podemos incluir que
por su gran amor fuimos elegidos y predestinados, fuimos preparados para vivir
una vida de victoria en El y como no seremos separados nunca de su amor tampoco
podremos ser nunca separados de ese gran propósito para el cual fuimos
llamados. Nada de lo que nos pase o de lo que pase a nuestro alrededor, por muy
terrible que parezca, o aun nuestras tentaciones y fallas, hará que ese
propósito no se cumpla, porque su palabra ya nos lo prometió.
Así que la próxima vez que nos sintamos tristes, sin fuerzas
o agobiados por alguna situación mala, recordemos y no nos preocupemos porque
los planes de Dios, que son perfectos para nosotros, ya están cumplidos y que
ni aun la muerte, ni ninguna cosa creada nos podrá separar de su grande e
infinito amor.
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