miércoles, 18 de julio de 2012

Reflexion Miercoles 18 de julio


Juan 4:23
“Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adoraran al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren”.

Los mas buscados, aprendimos que son aquellos apartados de este mundo, los “raros” que no hacen las cosas que todos hacen sino las que Dios nuestro Padre quiere que hagamos. También son aquellos buscados por su corazón de adoración. Sabemos que cuando hablamos de adoración, no solo se limita a cuando estamos cantando en la iglesia, sino que es algo que se debe hacer continuamente en nuestra vida, ser un sacrificio vivo de adoración hacia nuestro precioso Señor. Pero hoy si quiero enfocarme en el momento de adoración en la iglesia o cuando nos tomamos el tiempo para alabarle. Jesús dijo es ahora cuando los verdaderos adoradores adoraran en espíritu y verdad, y yo quiero creerlo de verdad. Pero muchas veces me encuentro en la iglesia cantando al son de una alabanza automáticamente. Cientos de veces en los que mis pensamientos ahogan mi adoración hacia Dios, porque estoy pensando: “que voy a hacer después del culto? que voy a comer? Me mirare bien con la ropa que estoy usando hoy en la iglesia? Tengo mucho trabajo que hacer para mañana” y un sin fin de pensamientos, que como nuestro cerebro es tan asombroso, están en mi cabeza pero a la vez estoy cantando sin tener conciencia de que lo estoy haciendo automáticamente, pero de repente hay algo en mi, se que es mi espíritu, que me dice: “te das cuenta de lo que esta pasando? volve acá, pone atención a lo que estas haciendo y adora sinceramente”. Es cuando mi corazón pide perdón a Dios y vuelvo a adorarle y hacerlo de verdad.
Hemos hecho de aplaudir una costumbre, y muchas veces simplemente lo hacemos para llevar el tiempo de la canción que cantamos, pero no nos damos cuenta que cuando se aplaude es para aclamar la grandeza de nuestro Dios.
Dios busca y pide esos adoradores que dejan todo lo que les agobia o preocupa para otro tiempo, y se meten al rollo cuando es el tiempo para El.  Aquellos adoradores que dejan que su espíritu se toque con el de Dios y que su corazón sea abrazado por su majestad y su hermosura. Aquellos que solo dejan que sus rodillas se doblen porque están en la presencia de su Rey y se postran ante El, que no cesan de decirle palabras de amor y abren su boca no porque están pensando en que decir, sino porque su corazón estalla en esa adoración, y no pueden contener sus lagrimas como de niño ante el abrazo de nuestro Dios maravilloso y excelso. Esa es la adoración en espíritu y verdad que Dios busca en nosotros y que estoy, aunque sea poco para todo lo que El ha hecho, dispuesto o ofrecerle. Dispongamos nuestros corazones y nuestro ser para ser un perfume grato a sus pies.

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