viernes, 20 de julio de 2012

Reflexión viernes 20 de julio


PADRE
LEER SALMO 103

Hace tres días estaba en el gimnasio jugando basketball. La competencia se puso buena y los dos equipos de tres jugadores cada uno luchábamos por mantener el balón, por hacer puntos y en más de una ocasión hasta alguien salió golpeado. En el otro equipo había un señor que siempre intentaba los tiros desde el área de tres puntos y no tenía mucha habilidad pero sí puntería. Él era un poco mal hablado, un poco egocéntrico (al menos en su forma de jugar) pero cuando terminamos me sorprendió. Otro que aparentemente lo conocía le dijo “Hay algo que me sorprende de vos; es que vos andas con tus hijos pa’ arriba y abajo, donde te encuentro estás con ellos”. A lo que él respondió “te voy a decir algo, mis hijos son todo para mí; todo lo que yo hago en la vida es por ellos y ni amigos tengo”.

¿Cómo un hombre por naturaleza o decisión, pero sin nada especial, con sus rollos y todo, puede amar a sus hijos al punto que hasta otros lo reconocen? Dice la Biblia que como el padre se compadece de los hijos se compadece Jehová de los que lo temen. Y el salmo 103 habla ampliamente de nuestro Padre y de quien es él. Porque si un hombre imperfecto puede poner en primer lugar a sus hijos, ¡cómo hará el Padre perfecto!
  • Tenemos un Padre que perdona

Y no sólo mis maldades, sino que sana mis enfermedades y se asegura de rescatar o restaurar mi vida cualquiera que sea el pecado que haya cometido y cualquiera que sea el tremendo desorden que haya armado. Sólo tengo que buscarlo.
  • Es justo y paciente

La única verdadera justicia se encuentra en Él y cuando dejamos que Él se encargue. Es tan paciente que no se enoja fácilmente y una vez que se enoja, no guarda para siempre su enojo.

Ese es nuestro Padre. Un Dios que sabe si volveremos a fallar y aún así nos perdona, que nos ama tanto que siempre que le buscamos está con los brazos abiertos. ¿Por qué no decimos como David: “Bendice alma mía a Jehová”? El conocer el Padre asombroso que tenemos, sólo imaginar cuanto nos ama y como es, debe llevarnos a la adoración. Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová y no olvides ninguno de sus beneficios.

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