PADRE
LEER SALMO 103
Hace tres días
estaba en el gimnasio jugando basketball. La competencia se puso buena y los
dos equipos de tres jugadores cada uno luchábamos por mantener el balón, por
hacer puntos y en más de una ocasión hasta alguien salió golpeado. En el otro
equipo había un señor que siempre intentaba los tiros desde el área de tres
puntos y no tenía mucha habilidad pero sí puntería. Él era un poco mal hablado,
un poco egocéntrico (al menos en su forma de jugar) pero cuando terminamos me
sorprendió. Otro que aparentemente lo conocía le dijo “Hay algo que me
sorprende de vos; es que vos andas con tus hijos pa’ arriba y abajo, donde te
encuentro estás con ellos”. A lo que él respondió “te voy a decir algo, mis
hijos son todo para mí; todo lo que yo hago en la vida es por ellos y ni amigos
tengo”.
¿Cómo un
hombre por naturaleza o decisión, pero sin nada especial, con sus rollos y todo,
puede amar a sus hijos al punto que hasta otros lo reconocen? Dice la Biblia
que como el padre se compadece de los hijos se compadece Jehová de los que lo
temen. Y el salmo 103 habla ampliamente de nuestro Padre y de quien es él.
Porque si un hombre imperfecto puede poner en primer lugar a sus hijos, ¡cómo
hará el Padre perfecto!
- Tenemos un Padre que perdona
Y no sólo
mis maldades, sino que sana mis enfermedades y se asegura de rescatar o restaurar
mi vida cualquiera que sea el pecado que haya cometido y cualquiera que sea el
tremendo desorden que haya armado. Sólo tengo que buscarlo.
- Es justo y paciente
La única
verdadera justicia se encuentra en Él y cuando dejamos que Él se encargue. Es
tan paciente que no se enoja fácilmente y una vez que se enoja, no guarda para
siempre su enojo.
Ese es
nuestro Padre. Un Dios que sabe si volveremos a fallar y aún así nos perdona,
que nos ama tanto que siempre que le buscamos está con los brazos abiertos.
¿Por qué no decimos como David: “Bendice alma mía a Jehová”? El conocer el
Padre asombroso que tenemos, sólo imaginar cuanto nos ama y como es, debe
llevarnos a la adoración. Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su
santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová y no olvides ninguno de sus
beneficios.
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