Días que marcan la historia
Si estuviste en el gimnasio olímpico (de
San Pedro Sula) hoy, tuviste la oportunidad de ver lo que sucede cuando se mezclan
el poder de Dios y una generación deseosa de hacer su voluntad. Estuve en la
mayor en la mayor parte del evento, así que me tuve que conformar con que me
contaran (en vez de verlo) que alrededor de 50 jóvenes aceptaron a Jesús. Esto
se logró porque una gente loca y con una misión le dijo sí a Dios y este día,
la historia de esos 50 jóvenes cambió para siempre.
¡Me encanta pensar en días así! Acaso
tenés algún día de tu vida que podrías llamar “el mejor día de vida”, o “el día
que marcó mi vida para bien”. Cuesta pensar en sólo día, yo me recuerdo de muchos
que me encanta remembrar. Y esos días son tan macizos porque en la noche que me
iba a la cama cargaba un profundo sentimiento de satisfacción. Yo quiero tener
días así. Días que termine cansado pero alegre de haber hecho la voluntad de
Dios.
Yo digo que todos los días deberían de
ser así. Porque no somos cristianos los domingos, sábados o días de eventos
especiales. Somos hijos de Dios, discípulos de Cristo y tenemos su Santo
Espíritu en nosotros, siempre. Él dijo:
De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las
obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al
Padre. 13Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré,
para que el Padre sea glorificado en el Hijo. 14Si algo pidiereis en
mi nombre, yo lo haré. (Juan 14:12-14)
Yo quiero vivir haciendo esas obras
todo el tiempo y creo que cualquiera leyendo esto también. Pero para vivir así
necesitamos dos cosas:
1.
Creer
en el Hijo
Jesús fue específico. Dijo “el que en
mí cree” pero siempre escuchamos acerca de creer en un sentido teórico. En lo
práctico se trata de saber que cuando te pares en una tarima a predicar, Jesús
estará con vos. Se trata de entender que cuando sintas orar por un enfermo y te
de miedo que no se sane, Jesús es quien lo sanará y no vos. Es vivir en
integridad y santidad porque Cristo está con vos y eso suena bien en los
momentos difíciles pero también debería sonar bien cuando estes siendo tentado
como un recordatorio para salir huyendo.
2.
Hacer
las obras
Sanar enfermos, predicar el evangelio,
dar pan a los necesitados. Que bien se escucha, pero la verdad eso no cuesta
tanto. Lo que cuesta es lo que nos toca hacer en el día a día cuando estamos en
el trabajo, colegio o casa. Jesús dijo que mayores obras que Él haríamos.
Bueno, en los tiempos de Jesús no tenían tantas ofertas para pecar como ahora.
No existían lo realitys basura que nos presentan una vida falsa, ni existían
los casinos o bares con colores llamativos, ni la pornografía o el aborto legal. Decir que no hoy en día es
mucho más difícil que antes. Ser diligente hoy en día es mucho más difícil que
antes. Porque cuando queres leer la Biblia hay tantos programas, música,
deportes y cosas que podrías hacer en su lugar. Pero Él dijo que haríamos
mayores obras. Y hoy tenemos el poder del Espíritu Santo para dejar todo
pecado, callar todas las distracciones y encerrarnos a buscar a Dios. Esas son
las verdaderas obras mayores. Y eso determina si un día marca la historia o no.
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