miércoles, 15 de enero de 2014

Hijos de Dios - 15 de enero de 2014

Hijos de Dios  

Creo que hay verdades bíblicas que es bueno tenerlas presente y recordarlas seguido. Hace unos cuatro meses tuvimos un campamento llamado ADN donde aprendimos que nuestra identidad se basa en que somos hijos de Dios. Esto afecta todo lo que somos y por ende todo lo que hacemos. Entonces hoy sólo quiero recordarte tres cosas que encontramos en Romanos:

Pues todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no han recibido un espíritu que los esclavice al miedo. En cambio, recibieron el Espíritu de Dios cuando él los adoptó como sus propios hijos. Ahora lo llamamos «Abba, Padre». Pues su Espíritu se une a nuestro espíritu para confirmar que somos hijos de Dios. Así que como somos sus hijos, también somos sus herederos. De hecho, somos herederos junto con Cristo de la gloria de Dios; pero si vamos a participar de su gloria, también debemos participar de su sufrimiento. Sin embargo, lo que ahora sufrimos no es nada comparado con la gloria que él nos revelará más adelante. (Romanos 8:14-18)
  1. Somos adoptados – hijos de Dios
Nuestra vieja identidad, lo que hacíamos, nuestras costumbres… todo quedó atrás porque fuimos completamente adoptados por Dios. Recuerda la costumbre romana de adopción en la que se hacía tres veces este acto y finalmente ante testigos para que nadie pudiera negar la legalidad. Dios nos justificó por medio de la sangre de Cristo y el Espíritu Santo es el testigo que nos recuerda lo que somos, aunque nuestros pensamientos o el enemigo quieran decir lo contrario en ocasiones.


     2.      Podemos tener intimidad con Papá

La Palabra no utiliza el vocable formal para decir Padre, sino que utiliza la palabra Abba. Era la expresión más íntima que existía como cuando un niño le expresaba su amor a su papito jugando con él. Dios mismo nos dice que ahora lo llamamos Abba y tenemos esa cercanía con él. No se basa en tus obras, no se basa en tu record perfecto de santidad, no se basa en tu teología o madurez. Se basa en la pura gracia de Dios que nos amó aun siendo pecadores y nos dio lugar en su corazón.

     3.      Tenemos una herencia

A Papá no solamente le bastó amarnos y perdonarnos el castigo terrible que nos correspondía. Fue más allá y nos dio una herencia especial. Yo no tengo un tío rico, pero tengo un Papá que es dueño del oro y la plata. Tal vez no tenga las mejores habilidades o talentos en los genes, pero tengo un Papá que me da dones espirituales sólo porque sí y la única condición que me pone es ¡que los use! Tengo la mejor herencia de mundo incluso si me toca sufrir por Dios, sería el honor más grande porque El que me consiguió esta herencia dio su vida en sacrificio por mí, ¿cómo no darlo todo por El?

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