viernes, 1 de marzo de 2013

Reflexión viernes 1 de marzo de 2013


ORDENA MI CAMINO

1Bienaventurados los perfectos de camino, los que andan en la ley de Jehová… 5¡Ojalá fuesen ordenados mis caminos para guardar tus estatutos! 6Entonces no sería yo avergonzado, cuando atendiese a todos tus mandamientos. 7Te alabaré con rectitud de corazón cuando aprendiere tus justos juicios. 8Tus estatutos guardaré; no me dejes enteramente. 9¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra. 10Con todo mi corazón te he buscado; no me dejes desviarme de tus mandamientos.  (Salmo 119:1,5-10)

El salmo 119 es un reto para algunos. Es el capítulo más largo de la Biblia y curiosamente habla acerca de la misma Biblia. Pero es interesante porque leyéndolo hace poco me pareció ver un proceso en él. Primero empieza el salmista contando lo bueno que andar en la ley de Dios, esto son los de perfecto camino. Pero casi inmediatamente hace como un lamento de que sus caminos no son ordenados… Muchas veces me he identificado con él. Como quisiera que mis caminos fueran ordenados. Y hay algunos que hasta luchan porque aunque creen en Dios de corazón, sus vidas no reflejan eso mismo; y tal vez son avergonzados por otros cuando hacen algo bueno porque les reclaman su doble vida o sus pecados o sus metidas de pata. Si alguna vez te has sentido así o necesitas ordenar tus caminos, lee el plan de acción que el salmo 119 nos da:

1.    Aprender su Palabra

El salmista dice que él alabaría con rectitud de corazón al aprender los justos juicios de Dios. Pero a veces ni siquiera sabemos la Palabra. No podemos vivir vidas que glorifiquen a Dios sin saber lo que Él enseña. Pero como en las matemáticas las multiplicaciones son memorizadas, así también las instrucciones de Dios deben ser de memoria. Como esperas recordarte cómo actuar en una determinada situación si sólo escuchas la Biblia una hora un sábado o domingo, o si solo la lees por salir de paso y “cumplir”.

2.    Guardar

Imaginate la prenda más especial que te han regalado; tal vez un reloj, o un anillo o alguna pulsera. Esa prenda, al no ocuparla, la guardas como si fuera oro; pero al salir la usas con orgullo y tiene mucho valor para vos, la llevas a todas partes. Así tenemos que hacer una vez que nos aprendemos los mandamientos: guardarlos muy seguros en nuestros corazones, apreciarlos, pero llevarlos a todas partes con nosotros. Cumplir orgullosamente la Palabra y obedecer a Dios no importa enfrente de quien estemos. Porque no importa lo torcido o sucio que sea nuestro caminar, guardar Su Palabra va a enderezar y limpiar nuestro camino.

3.    Buscar

Específicamente buscar la ayuda de Dios. No trates de cumplir la Palabra simplemente porque es bueno, cumple la Palabra porque viene de tu Padre. Una vez que conoces las instrucciones de Dios y las guardas, entonces necesitas confiar en Dios que aunque te cueste, Él te levantará para que no te devies de sus mandamientos. Entonces bienaventurados los perfectos de camino. Ese vas a ser vos.

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