¡No robarás!
Esta semana estuve escuchando un
mensaje acerca de la integridad y de no robar. Decía que hay personas que roban
como un impulso, o algo patológico. Pero también están los otros que roban “por
necesidad”. Es igual de malo, el punto
es que creo que la mayoría en algún momento de nuestras vidas hemos robado
algo, aunque sea pequeño. Pero el pastor siguió hablando y luego empezó a
describir formas más sutiles de robo que podemos hacer seguido. Una es cuando
trabajamos y nos pagan por trabajar ocho horas, pero tal vez solamente
trabajamos seis porque las otras dos estuvimos perdiendo el tiempo. Otra forma
de robo es cuando una persona no le da a su esposo o esposa el afecto y amor que se
comprometió a dar desde el momento que
dijo “sí”, aunque esto también se aplica
a hijos que no obedecen a sus padres, etc. Pero al final escuché una forma de
robo que absolutamente todos hemos sido culpables: cuando no le rendimos nuestra vida a Dios.
Primero, Él nos creó, nos formó, nos
conoce a detalle aun cuantos cabellos hay en nuestra cabeza, conoce nuestros
deseos, nuestros anhelos, nuestras maldades, como nuestros momentos de
sacrificio y amor. Segundo Él nos compró, le pertenecemos completamente a Él,
envió a Jesús a cargar con NUESTRA culpa; por tanto cada acción, cada
pensamiento, cada palabra debe girar alrededor de Él. Incluso si estamos
jugando un videojuego o yendo de
compras, en eso tenemos que darle gloria. ¡Somos suyos!
Pero esto es la teoría. La práctica
cuesta muchísimo:
Yo sé que en
mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa no existe nada bueno. Quiero hacer lo
que es correcto, pero no puedo. Quiero hacer lo que es bueno, pero no lo hago.
No quiero hacer lo que está mal, pero igual lo hago. (Romanos 7: 18-19)
Llego cansado a mi casa, con derecho a
relajarme, pero no he leído la Biblia… Tengo una lectura de tarea para hacer un
reporte pero he estado ocupado o ya días no veo a mis primos; mejor bajo un
resumen de internet… O mi papá siempre
está viendo tele y hasta tiene más tiempo que yo, pero me manda a lavar el garaje, ¡qué cólera!.
Ni hablemos de dar a los pobres, orar por los enfermos y predicar el evangelio…
¡Pero gracias a Dios tenemos ayuda!
Esfuércense por demostrar los resultados de su
salvación obedeciendo a Dios con profunda reverencia y temor. Pues Dios trabaja en ustedes y les da el
deseo y el poder para que hagan lo que a él le agrada. Hagan todo sin
quejarse y sin discutir, para que nadie pueda criticarlos. Lleven una vida
limpia e inocente como corresponde a hijos de Dios y brillen como luces
radiantes en un mundo lleno de gente perversa y corrupta. Aférrense a la
palabra de vida. (Filipenses 2: 12b -16ª, énfasis añadido)
Dios hace más de lo que nosotros
podemos hacer. Nos manda a intentarlo, a no quejarnos y a aferrarnos de la
Biblia, pero Él es el que da el deseo y el poder. Así no vamos a ser culpables
de robo, sino más bien seremos reconocidos como siervos fieles por haber aprovechado
nuestras vidas para hacer la voluntad de Dios. Aferrate de la Palabra y cada día seguilo intentando.
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