martes, 12 de noviembre de 2013

Reflexión Martes 12 de Noviembre, 2013

Hace poco me vi en el medio de un “incidente” entre dos personas que amo. Para no hacerles largo el cuento, el resultado de tal incidente se resume en lo siguiente: una persona necesita pedir perdón y la otra necesita perdonar. Con esto en mente me pregunto, ¿qué es más difícil, perdonar o pedir perdón?

Analicemos la situación desde ambas perspectivas…
Para la persona que necesita pedir perdón el reto está en poder adoptar una postura de humildad, dejar de lado el orgullo, hablar con sinceridad y reconocer que cometió un error. Para que el acto de pedir perdón sea exitoso se requiere más que un simple “lo siento”, es importante que se haga mención de porqué se está pidiendo perdón (perdóname por hacer esto y lo otro, perdón por hacerte sentir de tal o cual manera). Tomar responsabilidad por nuestras acciones no es tarea fácil.

Es evidente que pedir perdón es bastante difícil. Pero veamos que conlleva para el que necesita perdonar.

El desafío para la persona que necesita perdonar está en despojarse del resentimiento, enojo o cualquier sentimiento negativo causado por la ofensa en su contra. Muchos tienen la noción equivocada de que perdonar equivale a olvidar. No se trata de olvidar lo ocurrido, si no de decidir conscientemente no volver a “pasar factura” en el futuro por la falta cometida en el pasado.
Esta decisión de perdonar es necesaria aún cuando la persona que nos agravió no toma la iniciativa de pedir perdón, ya sea porque simplemente no quiere hacerlo o porque ya no está presente para hacerlo. No perdonamos para hacerle un favor a esa persona, lo hacemos por nuestro propio bienestar. A lo mejor haz escuchado esta famosa frase:  
Perdonar es liberar a un prisionero, y descubrir que el prisionero eras tú. (Lewis B. Smedes)

Creo que es seguro concluir que tanto perdonar como pedir perdón son acciones difíciles y ninguna es más fácil que la otra. ¡Gracias a Dios que contamos con su Espíritu Santo para nuestra ayuda!

Para concluir mencionaré dos de las razones por las que debemos perdonar y pedir perdón:

1.       Porque es un mandato, lo hacemos en obediencia a Dios.

Si perdonas a los que pecan contra ti, tu Padre celestial te perdonará a ti; pero si te niegas a perdonar a los demás, tu Padre no perdonará tus pecados. Mateo  6:14

Luego Pedro se le acercó y preguntó:
—Señor, ¿cuántas veces debo perdonar a alguien que peca contra mí? ¿Siete veces?
 —No siete veces —respondió Jesús—, sino setenta veces siete.  Mateo 18:21-22

2.       Para que nada se interponga entre Dios y nosotros

Cuando estén orando, primero perdonen a todo aquel contra quien guarden rencor, para que su Padre que está en el cielo también les perdone a ustedes sus pecados. Mateo 11:25

Por lo tanto, si presentas una ofrenda en el altar del templo y de pronto recuerdas que alguien tiene algo contra ti, deja la ofrenda allí en el altar. Anda y reconcíliate con esa persona. Luego ven y presenta tu ofrenda a Dios. Mateo 5:23-24

 Y tú, ¿necesitas pedir perdón a alguien? ¿Necesitas perdonar por algo hecho en tu contra? No dejes que nada ni nadie se interponga entre tú y Dios. ¡Decide obedecer hoy!

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